El número 21 representa algo muy importante en mi vida desde hace muchos años.
Durante mi adolescencia avanzada, el número 21 ha estado en el centro de mi pecho y espalda para identificarme entre 40 “muchachotes” que se dedicaban a desahogar toda la energía de estos años en uno de los deportes más educativos que conozca y que he practicado: el Football Americano.

¿Qué tiene de educativo darse golpes corriendo detrás de una pelota…ovalada además?
Si lo vemos de este punto de vista muy poco, sin embargo, si logramos entenderlo desde adentro, todo cambia; lamento decirles que la única forma de entender realmente este deporte es practicándolo. DISCIPLINA, PREPARACION PREVIA, TRABAJO EN EQUIPO, DAR LA MILLA EXTRA (SECOND EFFORT como dicen los gringos), ENFOQUE y un SENTIDO DE COMPAÑERISMO sin igual; si logras graduarte en todas estas “disciplinas” y llevarlas contigo para aplicarlas a tu vida, unos de los deportes más violentos que existe se puede transformar en el más sabio de los maestros.

En tiempos más recientes, casi al final de mi adolescencia (??) , el numero 21 se ha trasladado del centro de mi pecho hacia mi corazón, se ha apoderado de mi vida y hasta se ha bautizado con el nombre de Nico. Esta extraordinaria miniatura de ser humano en fase de desarrollo ha llegado a mi vida con “una condición” (como comúnmente se clasifica) que se conoce como “Síndrome de Down” y que a nivel médico se define como “Trisomía 21”.  Pues, si antes pensaba que la vida me había enseñado mucho, con la llegada de Nico entendí que había llegado el momento de comenzar a aprender de verdad y lo que Nico me está enseñando, les juro que no lo he leído en ninguno de los miles de libros que han pasado por mis manos.

En fin…por diferentes razones, el #21 siempre ha estado en el centro de mi vida y es desde este punto central (spot) que todo toma su forma perfecta.

Alcohol protagonista de esta reflexión: Cerveza “Nora” BALADIN – Piemonte (Italy).